La
proteólisis es vital para las células. Por un lado es necesaria para el
recambio proteico, permitiendo que proteínas dañadas, mal plegadas o
innecesarias sean eliminadas, a la vez que los aminoácidos liberados sean
utilizados para la síntesis de nuevas proteínas.
Por
otro lado la degradación proteica en sitios específicos es una de las
modificaciones postraduccionales necesaria para que las proteínas sean
funcionalmente activas, por ejemplo para la activación de proenzimas, o bien
permitiendo el ensamblado de proteínas y su direccionamiento hacia distintos
compartimientos celulares. La degradación proteica también sirve como mecanismo
de control celular si el sustrato son proteínas regulatorias.
La
principal vía proteolítica en las células eucariotas está mediada por el
sistema ubiquitina/proteasoma: la proteína que debe ser degradada es marcada
por unión a la ubiquitina facilitando la dirección al complejo proteasomal,
efector de la hidrólisis.
En
las plantas el recambio proteico es considerado fundamental para el
crecimiento. Ejemplos de ello son la degradación de proteínas de reserva
durante la germinación de las semillas o la removilización de proteínas luego
de la senescencia foliar, con la relocalización de fuentes de N en los órganos
reproductivos.
Más
recientemente, con la asociación encontrada entre el sistema
ubiquitina/proteasoma y la embriogénesis, la fotomorfogénesis, los ritmos
circadianos, el desarrollo de flores y tricomas, así como la señalización
hormonal, la degradación selectiva de proteínas ha tomado relevancia como
mecanismo de regulación de numerosos procesos de crecimiento y desarrollo en
las plantas.
En la siguiente liga puedes descargar el formato de la practica.
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